Es frustrante salir a fotografiar y no encontrarte con lo
que esperas, haces el esfuerzo por tener controlado lo pueda estar en tu mano y
aun así hay otros factores que se quedan en el aire. Se necesita un golpe de
suerte para volver de una sesión con una toma realmente decente, una de esas
que te hacen regresar con una sonrisa en la boca y la tranquilidad de haber
hecho algo bueno.
El clima es uno de los factores que te puede jugar una mala
pasada, aunque se pueda predecir no es fiable al cien por cien. De hecho, este
ha sido el que más me ha perjudicado cuando he salido en busca de unas imágenes.
Pero este fin de semana me ha sucedido algo fuera de lo común, esta vez (a
parte del clima) ha sido la mano del hombre la que ha desbaratado toda opción de
volver con la toma planificada.
El viernes todo apuntaba a unas condiciones naturales idóneas
para adentrarme en un bosque y plasmar sus colores primaverales empapados de la
lluvia anunciada, con un poco de suerte la niebla también podía hacer acto de
presencia, con lo que sería para mi gusto la imagen perfecta. Pero nada más
lejos, ni lluvia, ni niebla, y para más
inri el corte limpio de las motosierras habían dejado “mancas” las preciosas
hayas. Estamos hablando de un entorno natural protegido desde 1996, por lo que esta
poda tendrá algún sentido lógico que aun desconozco. Es una pena ver de esa
manera la naturaleza, pensar la cantidad de años que deberán pasar para que
recobre ese aspecto tan saludable que gozaba… En fin, os dejo con un video
grabado con el móvil para que podáis comprobarlo con vuestros propios ojos.
Después de la mala gana por el cúmulo de despropósitos me acerqué hasta el salto del Nervión, y esta vez sí que tuve suerte, tras el último deshielo y las recientes lluvias el agua caía por el acantilado. Menos mal.