domingo, 15 de abril de 2012

Cuestión de suerte


Es frustrante salir a fotografiar y no encontrarte con lo que esperas, haces el esfuerzo por tener controlado lo pueda estar en tu mano y aun así hay otros factores que se quedan en el aire. Se necesita un golpe de suerte para volver de una sesión con una toma realmente decente, una de esas que te hacen regresar con una sonrisa en la boca y la tranquilidad de haber hecho algo bueno.

El clima es uno de los factores que te puede jugar una mala pasada, aunque se pueda predecir no es fiable al cien por cien. De hecho, este ha sido el que más me ha perjudicado cuando he salido en busca de unas imágenes. Pero este fin de semana me ha sucedido algo fuera de lo común, esta vez (a parte del clima) ha sido la mano del hombre la que ha desbaratado toda opción de volver con la toma planificada.

El viernes todo apuntaba a unas condiciones naturales idóneas para adentrarme en un bosque y plasmar sus colores primaverales empapados de la lluvia anunciada, con un poco de suerte la niebla también podía hacer acto de presencia, con lo que sería para mi gusto la imagen perfecta. Pero nada más lejos, ni lluvia, ni niebla,  y para más inri el corte limpio de las motosierras habían dejado “mancas” las preciosas hayas. Estamos hablando de un entorno natural protegido desde 1996, por lo que esta poda tendrá algún sentido lógico que aun desconozco. Es una pena ver de esa manera la naturaleza, pensar la cantidad de años que deberán pasar para que recobre ese aspecto tan saludable que gozaba… En fin, os dejo con un video grabado con el móvil para que podáis comprobarlo con vuestros propios ojos.

Imagen tomada en 2010


Después de la mala gana por el cúmulo de despropósitos me acerqué hasta el salto del Nervión, y esta vez sí que tuve suerte, tras el último deshielo y las recientes lluvias el agua caía por el acantilado. Menos mal.

Salto del Nervion. 300m.

Un saludo.

martes, 3 de abril de 2012

Panic Flying Airlines




Cambiando el tema fotográfico y dejando a un lado por un momento la naturaleza, vamos a hablar un poco de la afición que me llevó a la fotografía, los rallys. El pasado sábado no dejé escapar la oportunidad de acercarme hasta Hondarribia para presenciar la segunda prueba del Campeonato Vasco 2012 de rallys, bueno más que presenciar… fotografiar. Últimamente estaba un poco “preocupado” porque parecía que había dejado morir la foto deportiva puesto que llevaba mucho tiempo sin acudir a ninguna cita. La verdad es que me lo pasé como un enano, después de hacer una visita a los amigos participantes en la prueba nos metimos en pleno tramo, comimos el típico bocadillo a pie de cuneta y fuimos a los sitios estratégicos para las fotos.

En la primera pasada nos situamos en un salto complejo con poco margen de maniobra, mal para colocarnos por lo estrecho que estaba y mal para componer. Las pocas opciones decentes que quedaban pasaban por disparar a coche pasado, para añadir complicaciones no se veía llegar el coche y su velocidad era considerable. También las luces y sombras machacaban la escena, y todo esto sin calentar, no está mal para afrontar de nuevo una carrera ¿no?

Soy de los que prefiere llevarse a casa siete fotos decentes o por lo menos que gusten a uno mismo, que hacer doscientas cincuenta parecidas y que al final ninguna te motive especialmente. Aunque esta máxima no todos la podemos seguir, es entendible que un profesional que debe vender sus fotos asegure la toma para tener archivo. Por la primera razón y después de ver las primeras fotos bajé la velocidad  a 1/60sg., quería un barrido algo exagerado, aunque el coche entero no quedase nítido. A veces no necesitamos que una imagen nos muestre todos los detalles perfectamente captados para poder entenderla, si no que nuestro cerebro es capaz de interpretar y simular eso que no está claro o que no se ve en la escena, ahí la composición juega un papel fundamental. En esta imagen que os muestro en concreto la disposición de los elementos no tiene peso, pero la técnica deduce y plasma perfectamente para nuestro cerebro que la velocidad del vehículo era muy alta, que el salto fue espectacular, y deja entrever también que tuvo tensión porque el aterrizaje no fue limpio.

Por otro lado, la tercera pasada fue un caramelo para nuestro paladar, el atardecer dejaba caer una cálida luz anaranjada con unas suaves sombras exquisitas. Aquí apliqué otra de mis leyes: vehículo que se aproxima de frente a alta velocidad y sin rebotes de carrocería exagerados… 1/400sg., aunque en esta ocasión opte por subir a 1/500 porque la cuneta interior movía algo el coche verticalmente.






En fin os dejo con algunas imágenes, y ya estoy pendiente del calendario para la próxima carrera.
 


  Un saludo.